Rechazo colectivo. Esa fue la reacción que causó en redes sociales el video en el que se observa a un grupo de personas que descuartiza a un caballo que estaba moribundo luego de haber sido embestido por un toro. Ocurrió en las corralejas del municipio de Buenavista, Sucre, el 14 de enero de 2015. Las imágenes atizaron el debate sobre el maltrato a los animales en Colombia.
Y la muerte de un tigrillo a manos de ingenieros eléctricos en la zona selvática de Dagua, en Valle del Cauca, fue un video viral en las redes sociales que levantó la voz los defensores de animales.
Otra más de estas escenas dramáticas se vivió el pasado 27 de mayo en Medellín cuando se informó que un perro murió después de que presuntamente fue lanzado de un cuarto piso en una unidad residencial del norte de la ciudad. Decenas de personas marcharon hasta el lugar donde había ocurrido el hecho para protestar. Este último maltrato entra a la lista de los los cerca de 600 casos que han sido reportados a la Secretaría de Gobierno de Medellín en lo que ha corrido de este año.
Pero ¿realmente son nuevos los casos de maltrato animal?, la respuesta contundente es: no. Para los más puristas, desde el momento en el que el hombre sacrificó el primer animal para su superviviencia, empezó todo. Sin embargo, hay ejemplos menos radicales como las corridas de toros, que se hacen desde el 1215 en España. Entonces ¿por qué apenas ahora se manifiestan enérgicamente las voces de protesta? e, incluso, se toman decisiones pilíticas para salvaguardar los derechos de los animales. De hecho, paradójicamente, en Internet resultan más atractivos contenidos que muestran la crueldad contra los animales que incluso los casos más duros de violencia entre humanos.
“Que a un perro lo tiren de un cuarto piso es noticia, antes los tiraban y no importaba. Hay un cambio de sensibilidad, de evolución y con la ayuda de los medios de comunicación hay cosas que no se veían hace 20 años”, precisó Álvaro Múnera, concejal de Medellín y defensor reconocido de los animales.
No obstante, el maltrato no solo se ha visto representado en las agresiones registradas por los medios de comunicación o denuncias ciudadanas; Juan Camilo Restrepo, profesional de la Subdirección de Ecosistemas de Corantioquia, señaló que en nuestra idiosincrasia hay una tradición arraigada en la que se piensa que tener un animal en cautiverio hace parte de la cultura y que tienen derecho a hacerlo y esto, en caso de animales no domesticados, también es maltrato, según Restrepo.
“ Ahora, entre el 80 y el 85 por ciento de los animales que recibimos son entregados voluntariamente por sus captores. Son cerca de 1.800 animales los que recibimos al año y no necesariamente recién capturado sino que han estado en casas durante mucho tiempo y la gente ha tomado conciencia que no es su hábitat”, señaló.
Las nuevas generaciones han sido determinantes en el cambio de este paradigma. Para Alejandro Gaviria, vocero de la Secretaría de Gobierno de Medellín, esto se debe a que “los niños nacen con inteligencia naturalista y eso nos ha llevado a mirar cómo nos relacionamos con ese entorno, con esa naturaleza”.
“El cambio generacional que ha habido es lo más importante. Desafortunadamente muchas personas que ya tenemos edad avanzada no tuvimos una educación en el cuidado y el respeto a los animales, ahora la persona joven se está criando en hogares en los que se tiene mínimo un gato y tienen ese mensaje de parte de los padres”, agregó Juan Guillermo Páramo, coordinador Nacional para Colombia de AnimaNaturalis, organización ambientalista reconocida internacionalmente.
La política apenas se une a la defensa
El pasado 24 de marzo de 2015, la Comisión Primera de la Cámara de Representantesaprobó el proyecto de Ley 087 que busca endurecer las sanciones para quienes maltraten a los animales en Colombia, después de ser aprobado en primer debate por la Cámara de Representantes el 24 de marzo 2014. Esta decisión, de acuerdo con los expertos, es un paso muy importante que ha contado con el respaldo unánime de las organizaciones protectoras y la ciudadanía en general. “Eso nos alegra mucho, nos da coraje para llevar este proyecto hacia adelante en la plenaria de la Cámara y por supuesto en el Senado”, contó el representante liberal Juan Carlos Losada, ponente del proyecto.
La ley, que cursa en el Congreso, señala que se impondrán multas a quienes maltraten a los animales, sin importar el tipo de especie. Estas arrancan en 3.2 millones de pesos y se elevan de acuerdo a la gravedad hasta 32.2 millones de pesos. “Quisimos que las penas fueran excarcelables porque comprendemos la situación infrahumana que están viviendo los reclusos en las cárceles de nuestro país. Por eso, van de 12 a 36 meses, luego son excarcelables, pero somos muy estrictos en las multas”, afirmó.
En el caso de Medellín, la Secretaria de Gobierno tomó el liderazgo en Colombia en este aspecto y hoy ese modelo se replica en otras del país gracias la única oficina de Inspección Ambiental que existe en todo el territorio nacional. “Somos la única Inspección que estamos sancionando hasta con cinco salarios mínimos el maltrato a los animales”, dijo Gaviria, vocero de la Secretaría de Gobierno.
Sin embargo, los animalistas señalan que en el caso de Medellín hay temas que todavía faltan por resolver y la situación está representada en la feria taurina, que continúa vigente y sobre la cual se han dado duros cuestionamientos entre los que están a favor y en contra de la tauromaquia. “Hacía falta esa política pública y unas leyes severas que den ese cambio total hacia el maltrato de los animales para que se prohíban de una vez este tipo de tradiciones que ya pasaron de moda. Ya no es solo el gato, el perro o el caballo, ya también son los gallos de pelea, las corralejas, las corridas de toros e inclusive el coleo, que es considerado un deporte, falta eso no más, pero vamos por muy buen camino”, acotó Juan Guillermo Páramo.
No existe una agenda verde
Desde la creación del ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible en 1993, la agenda política colombiana incluyó en uno de sus apartes un fenómeno que hasta el momento había estado relegado a discusiones esporádicas y relacionadas con grupos ambientalistas, que tímidamente ponían en el mapa estos discursos. Se pasó de grupos diezmado sin voz ni voto, que se manifestaban ante el desaparecido Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inderena), a tener una figuración importante dado el aumento de la extracción de recursos naturales a partir de los 90 con la bonanza petrolera, minera y de gases.
De acuerdo con Francisco Miranda, analista político, la preocupación pasó de ser solamente de las ciudades principales y los estudiantes de algunas instituciones universitarias a ser de interés para redes académicas y políticas. Así mismo, sociedades pequeñas de algunos municipios, relacionadas directamente con zonas en las que se extraían recursos naturales y sobre los cuales tenían presencia partidos políticos de izquierda que iniciaron su resistencia a la llegada de multinacionales.
Tanto así, que de acuerdo con la percepción que tienen los colombianos reflejada en la encuesta Gallup, en 2011 solamente un 57 por ciento de los ciudadanos percibían un empeoramiento del medio ambiente. Sin embargo, en la encuesta de abril de 2015, la cifra se elevó a 64 por ciento. “Una muestra que la gente se interesa hoy por los temas ambientales”, señaló el Analista.
La ubicación en el mapa político de estos temas atrajo que las nuevas generaciones tomaran las banderas de la defensa de los animales, porque “ellos se encuentran desalmados de la política tradicional y abrazan la política entendida como la manera en que reaccionas al entorno, de crear una idea de lo que es justo e injusto. Mientras las anteriores generaciones estaban preocupadas por la pobreza, por los TLC, las nuevas generaciones están encontrando nuevas maneras de sentirse en la sociedad, haciendo activismo. Hoy una de las banderas por las que se marcha es el animalismo, utilizando herramientas masivas como las redes sociales”, explicó.
Ha sido tal el auge de este tipo de protestas, que el proselitismo político atrajo como punta de lance la lucha ambientales para atraer a los votantes, aunque - aclara Miranda - solo ha sido utilizado superficialmente porque en la actualidad no hay ningún senador o líder público que se haya dedicado completamente a la defensa del medio ambiente. “Hay momentos en los cuales una persona, un líder o un partido se monta en un tema y se identifica con este, pero no hemos llegado al que los ambientalistas tengan representantes de ellos en el Congreso que sean ciento por ciento ambientalistas. El Partido Verde no es ambientalista en todo el sentido de la palabra como sí ocurre con el Partido Verde alemán”, acotó Miranda.
Al respecto, Manuel Rodríguez, quien fuera el primer ministro de Medio Ambiente que tuvo el país en 1993 y reconocido ambientalista, señaló que Colombia ha avanzado mucho en la legislación que defiende la naturaleza y cuenta con algunos líderes que integraron en sus políticas dichos intereses. No obstante, aclara que hay un retroceso por el incumplimiento de la legislación en aspectos puntuales como el daño por minería ilegal o la contaminación de ríos a expensas de la industria, pero la gente joven está haciendo respetar esos derechos.
“Hoy hay un grupo de personas que no solo tienen conciencia por el cuidado del animal, sino también con el deber de defender la naturaleza. Ellos entienden que para adelantar ese interés hay que proteger. Y la política es el medio a través del cual se defiende y se trata de sacar ese interés adelante”. señaló Ramírez.
Aunque no hay un ejemplo a cabalidad que ubique a un político en esta lucha por la naturaleza, se podría decir que este tema fue utilizado por el actual alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, para llegar a ese cargo pese a que la gente no lo identifica plenamente con ese aspecto.
“Gustavo Petro incluyó en su plan de Gobierno, en uno de tres ejes principales, la lucha contra el cambio climático. Tenemos por primera vez a una autoridad de alta figuración política en el país que pone una discusión ambiental en la plaza popular más numerosa e influyente de Colombia, que empieza a hablar del medio ambiente urbano desde la cúpula del gobierno distrital”, señaló el Analista Miranda.
Grupo antitaurinos y contra el maltrato animal, de baja figuración dentro de la sociedad, se vincularon activamente a la campaña de Petro y fueron parte fundamental para que este llegara al cargo que hoy ostenta. No obstante, la agenda ambiental de la primera autoridad bogotana se vio manchada por el escándalo en el que se vincula a sus cuñados en la construcción de edificios cerca del humedal de La Conejera, lo que desnaturalizó, para sus críticos, esa idea ambiental con la que llegó a la alcaldía.
Finalmente, Miranda precisó que el envejecimiento de las actuales generaciones llevará consigo el chip del pensamiento ambientalista y terminará como papel importante en futuras discusiones de la política. Otro punto será la coyuntura por el cambio climático, lo que obligará a que el tema sea incluido dentro de la agenda. “Cuando haya líderes importantes que representen la agenda verde, cuando los alcaldes incluyan temas verdes en sus agendas y cuando ambientalistas lleguen al Ministerio de Ambiente serán hitos futuros”, concluyó Miranda.
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