Hoy te enseñaremos las formas de apertura más
comunes para puertas y ventanas y las principales características de cada una.
A la hora de elegir nuestras ventanas, uno de
los aspectos importantes a tener en cuenta es la manera en la que se abren.
Existen numerosas formas de apertura, elegir una u otra dependerá de nuestros
gustos personales y, sobre todo, de nuestras necesidades concretas. En este
post te vamos a contar brevemente las formas de apertura más comunes para
puertas y ventanas y las principales características de cada una.
En primer lugar y lo más importante de todo
es diferenciar entre dos grandes tipos, cada uno de ellos con distintos
subapartados: los sistemas practicables
y los sistemas deslizantes. Elegir
uno u otro dependerá de lo que queramos lograr y del espacio del que
dispongamos. Vamos a ver con mayor detalle cada uno:
Ventanas
y puertas practicables
La apertura practicable es la más común y la
que por lo general aporta mejores niveles de aislamiento gracias a su cierre
estanco. Su inconveniente es el espacio que ocupa la hoja al abrirse, ya que
abre en distinto plano que el marco.
Dentro de los sistemas practicables el más
habitual es el de giro vertical, que consiste en que la hoja abre girando sobre
un eje vertical (donde están las bisagras). Se usa tanto para ventanas como
para puertas.
Las ventanas también puede ser abatibles o de
giro horizontal: la hoja abre girando sobre un eje horizontal. Cuando abre
hacia el exterior se suele denominar ventana proyectante.
Y cuando se combinan las dos formas
anteriores y el herraje permite que la hoja abra de las dos maneras, se
denomina oscilobatiente (o practicable-abatible). Éste es un sistema muy útil
para ventilar ya que no obliga a abrir la ventana/puerta completamente.
Un cuarto sistema ya más raro es la apertura
pivotante (o giratoria), en la que la hoja gira alrededor de un eje central,
habitualmente horizontal. Éste es un sistema muy poco común.
Ventanas
y puertas deslizantes
Los sistemas deslizantes (o correderas) en
general tienen la ventaja de que permiten ahorrar espacio ya que no necesitan hueco
“extra” para abrirse (se abren sobre el mismo plano en el que están) y además
quedan de maravilla para delimitar la casa de la terraza o jardín, admitiendo
grandes cristaleras. El principal problema que tienen es que, debido al cierre
de “cepillo” que suelen tener, son menos aislantes que los sistemas practicables. Aunque actualmente hay sistemas deslizantes que no tienen este problema, sino
más bien al contrario. Ahora lo veremos cuando hablemos de cada tipo de
corredera:
Corredera
tradicional: Es la
apertura más habitual en sistemas deslizantes. Las juntas de cierre son de
cepillo para garantizar un deslizamiento suave por lo que el sistema pierde en
capacidad de aislamiento.
Corredera
oscilo-paralela (para puertas): Es un sistema ideal que integra las ventajas de las correderas con las
de las practicables, en cuanto a ahorro de espacio y aislamiento. Estas puertas
se fabrican con los mismos perfiles que las practicables por lo que tienen
idénticas prestaciones. Los herrajes permiten su apertura deslizante y un
cierre hermético sobre un único plano.
Corredera-elevadora: También para puertas, nos encontramos con
sistemas muy evolucionados que alcanzan los mismos niveles de aislamiento que
los practicables. Es ideal para grandes espacios, el principal inconveniente es
que su precio es más elevado que las correderas tradicionales y son algo más
delicadas.
Finalmente existe un sistema menos frecuente,
pero que queda muy bien en puertas: la
plegable. En ella las hojas se recogen en forma de acordeón, su único
inconveniente es que esta puerta es algo delicada y ocupa más espacio que las
correderas normales, pero si quieres darle un toque diferente a su hogar, no
dudes en apostar por ellas.
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