Sector infraestructura
Hay cambios en pronósticos que afectan la
confianza por cuentas con lo que no va a suceder.
Foto: Tomas Bravo / Reuters - Archivo / EL
TIEMPO
La Cepal cambió de 2,7 a 2,4 % su expectativa
de crecimiento de la economía del país.
“La economía va a crecer 3,5 por ciento en
2017”, se estimaba el año pasado en Colombia, en junio, cuando el Gobierno
expidió el Marco Fiscal de Mediano Plazo, en el que hace pronósticos para toda
una década. Tiempo después, la cifra se empezó a bajar, y aunque para el
Gobierno va en 2,5 por ciento, para diferentes analistas la expectativa es
inferior.
De hecho, el viernes pasado el equipo del
Banco de la República, institución en donde suelen tener las estimaciones más
austeras, la bajó de 2 a 1,8 por ciento.
La semana pasada, organismos internacionales
como la Cepal también hicieron lo mismo: pasó de 2,7 a 2,4 por ciento su
expectativa de crecimiento de la economía colombiana.
Movimientos similares se han dado en las
previsiones de la inflación, el dólar, el precio del petróleo y la producción
de crudo o el déficit fiscal. Estos cambios frecuentes en los supuestos
económicos, principalmente en el de la producción del país, que se han vuelto
tendencia en los últimos tiempos, están generando incertidumbre.
Datos
para las decisiones
Esto, porque no se trata de simples apuestas.
Son datos que se convierten en la columna vertebral, no solo para planear el
gasto público del país, sino para que el mercado y las empresas tomen las
decisiones para invertir o producir, dependiendo de si los signos indican que
habrá abundancia o escasez.
En medio de la volatilidad que ha
caracterizado estas cábalas, Juan Pablo Espinosa, director de asuntos
económicos de Bancolombia, señala que esa situación produce un efecto
desfavorable, “genera desconfianza, porque no hay certeza de cómo se van a
mover los negocios. El cambio de expectativas termina afectando la economía”.
El año pasado, por ejemplo, luego de que el
Gobierno realizó el trámite de aprobación del Presupuesto General que está
vigente para este año, se pensaba que la inflación estaría en 4 por ciento, es
decir, en el techo del rango meta del Banco de la República (de 2 a 4 %). Sin
embargo, al inicio de este año, cuando se actualizó el Plan Financiero, en
enero, la cifra ya era otra: 3,7 por ciento y alcanzó a generar alborozo. Pero
recientemente, en el proyecto de adición presupuestal que el Ministerio de
Hacienda radicó en el Congreso, el panorama inflacionario volvió a subir: 4,1
por ciento.
Esto, sin contar con que la lectura entre los
analistas es que los estimativos oficiales son optimistas, pues en realidad el
Índice de Precios al Consumidor (con el que se mide la inflación) no será tan
bajo, aun con las medidas de reducción de las tasas de interés de referencia,
lo que se hace para controlar este indicador. La junta directiva del Banco de
la República las bajó el viernes pasado, de 7 a 6,5 por ciento.
Creemos
que en el primer trimestre el crecimiento será de 1 por ciento
En enero, por ejemplo, mientras el supuesto
del Gobierno para la inflación estaba cifrado en un 3,7 por ciento, Alianza
Valores pronosticó que dicho estimativo podría sufrir un nuevo incremento en el
segundo semestre del año y se ubicaría en 5,3 por ciento anual.
No obstante, para Daniel Velandia, director
de asuntos económicos de Credicorp, la debilidad con la que arrancó la economía
en el primer trimestre de este año era de esperarse.
“Obedece al efecto de la reforma tributaria,
principalmente por el aumento del IVA y otros impuestos a los individuos.
Creemos que en el primer trimestre el crecimiento será de 1 por ciento,
mientras que el consenso en el mercado, hasta ahora, es de 1,6 por ciento. La
recuperación, para que el año tenga un rendimiento similar al del 2016, vendría
en el último trimestre, tras el repunte en el gasto público y la dinámica que
en la ejecución de recursos imprime el año preelectoral”.
De hecho, el reciente cambio en la meta de
déficit fiscal, que pasó de 3,3 a 3,6 por ciento del PIB, está en línea con la
idea de que el Gobierno gaste más recursos en obras, aunque sea a punta de
incrementar ligeramente la deuda.
¿Y se
tocó fondo?
En los pronósticos del Producto Interno Bruto
(PIB) es donde las transformaciones han sido visibles, pues en el 2016, tras un
crecimiento de 2 por ciento anual, significativamente inferior al de años
anteriores, se pensaba que ya se había tocado fondo, por lo que se habló de un
2017 más eficiente. Sin embargo, ahora las previsiones siguen inscritas en la
ruta de la desaceleración.
Javier Díaz, presidente de Analdex, expresa
que la estimación de ese gremio de exportadores es de 2,2 por ciento de
crecimiento.
“Lo que más está afectando la economía en
estos momentos es la incertidumbre. Tanto en el campo interno como en el
externo, las señales no son claras, están cambiando a una velocidad
extraordinaria y esto crea temor en los agentes económicos, los cuales optan
por quedarse quietos, no invertir, no comprar, no endeudarse, en fin. Esto
indudablemente afecta el desempeño de la economía”, explicó.
Espinosa, por su parte, tiene la esperanza de
que para 2017 el consenso de los analistas sobre muchas variables se vaya
calibrando a medida que pasan los meses.
Aun así, los expertos esperan que el Gobierno
ajuste su previsión para la economía una vez expida el nuevo Marco Fiscal de
Mediano Plazo, lo que hará en junio, después de conocer el comportamiento de la
producción del primer trimestre que el Dane divulgará en mayo.
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