Los Consejos Municipales de Gestión del Riesgo
activaron sus protocolos para el monitoreo y evaluación del comportamiento de
la ribera del río Bogotá y sus afluentes.
Foto: Archivo El Espectador
Las lluvias que se han registrado en Bogotá y
Cundinamarca, las más fuertes de la temporada y que se extenderán hasta
mediados de diciembre, ya obligaron a las autoridades a tomar medidas para
evitar emergencias. Este fin de semana, la Gobernación de Cundinamarca declaró
alerta amarilla para la cuenca media del río Bogotá y alerta naranja para los
municipios de la cuenca baja.
Según el gobierno departamental, en cabeza
del Comité de Gestión del Riesgo, la declaratoria implica activar los Consejos
Municipales de Gestión del Riesgo y los protocolos para el monitoreo, alarmas
locales, evacuación y demás acciones estipuladas en los planes de contingencia
en la ribera del río Bogotá y afluentes.
“Los reportes más recientes de los niveles
del río Bogotá arrojan unos resultados de caudal en las compuertas de
Alicachín, al sur de la Capital, de 117 metros cúbicos por segundo (mt3/seg)”,
explicó la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), recordando que
en la actualidad en afluente cuenta con una capacidad hidráulica de 200
mt3/seg, el doble de lo que contaba en 2010 durante el fenómeno de La Niña.
De acuerdo con la CAR, hasta ahora han sido
reportadas dos emergencias por desbordamientos: una en el municipio de Apulo,
en la vía que de Bogotá comunica con Girardot, a la altura del kilómetro 39,
por el desbordamiento de la quebrada Guacaná, situación que fue controlada en
pocas horas y que ya superada.
Otra, en el municipio de Tocaima en las
veredas Morro Azul, Puvenza, Acuata y en algunos barrios céntricos del
municipio. Adicional, se reporta la pérdida de la banca en la carretera que
comunica a las poblaciones de San Francisco y Supatá a la altura de ‘La
Campiña’, lo cual generó el cierre total de la vía.
“Las obras de adecuación hidráulica,
adelantadas por la CAR Cundinamarca sobre el río Apulo, suprimieron los riesgos
por inundaciones en el sector del barrio Gaitán, localidad tradicionalmente
expuesta a desastres por inundaciones y desbordamientos de este afluente que
vierte sus aguas al río Bogotá”, precisó el organismo.
Sobre el río Frío, a la altura de Chía
–afluente que causó graves inundaciones por desbordamiento de sus aguas en el
pasado fenómeno La Niña– se reporta total normalidad y aunque hay un incremento
en el nivel de su caudal, según la CAR este no representa ningún riesgo
prominente sobre las fincas y conjuntos residenciales de la zona.
“La CAR cuenta con un banco de maquinaria,
propiedad de la entidad, dispuesta 24 horas a la atención de las necesidades de
las comunidades, recursos humanos y técnicos que se disponen con celeridad a la
protección de la vida y los bienes de los ciudadanos asentados en el territorio
de la jurisdicción”, señaló Manuel González, director operativo y de
infraestructura de la CAR.
Recomendaciones
Cualquier emergencia debe ser reportada a los
comités de gestión del riesgo local, al 123, la Policía Nacional y alcaldías
municipales.
Mantenerse alerta ante los comunicados de las
autoridades locales de riesgo y avisar a los mismos cualquier incremento o
variación inusual de los niveles de las fuentes hídricas.
Contribuir con el monitoreo de los cauces
ayudando a identificar posibles represamientos que puedan desencadenar
incrementos súbitos o arrastre de sedimentos, solidos o material vegetal.
Respetar las zonas de amortiguación de los ríos,
así como sus rondas hidráulicas o zonas de protección ambiental evitando
asentamientos en ellas ya que estos se encuentran prohibidos dentro del régimen
de uso de suelo de las mismas y ponen en riesgo la vida y bienes.
No arrojar basuras ni residuos sólidos en
general a las fuentes hídricas, así como tampoco alterar el cauce natural con
desviaciones, captaciones no autorizadas u obstrucciones.
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