Dos emprendedores colombianos tuvieron la idea de
recuperar los contenedores marítimos de carga para convertirlos en espacios de
lujo en los que se pueden instalar oficinas, concesionarios o incluso
restaurantes.
La compañía Fog-Inc se encarga de
‘revivir’ a los viejos contenedores y convertirlos en
espacios “agradables, sostenibles y modernos” con la instalación de
enormes ventanales, pérgolas, sistemas desplegables eléctricos, pisos, jardines
verticales, entre otros detalles.
Así lo explicó en una entrevista
concedida a Dinero el cofundador de la empresa, Pablo Fog, quien detalló que en
el portafolio de sus clientes están importantes firmas como BMW, Click Clack
Hotel, Alpina y los restaurantes Crepes & Waffles y la Fragata.
El empresario, quien inició el
proyecto junto a su hermano Miguel Fog, considera que esta alternativa de
construcción supone “un claro retorno a la inversión” y una mejora en
“la eficiencia operacional” de las empresas.
Las marcas de vehículos, por ejemplo,
fortalecen su presencia en las ciudades con la instalación de concesionarios
temporales, mientras que los hoteles pueden liberar espacio para aumentar su
facturación.
Los clientes “no están enterrando su
inversión en construcciones que luego no podrán ser reubicadas o reutilizadas
(…) la ‘semi-temporalidad’ permite la realización de proyectos que de otra
manera serían muy costosos no solo en tiempo, sino en dinero”, concluyó.
Compañías venezolanas, chilenas y
ecuatorianas se han interesado por el proyecto de la compañía, que por ahora se
encuentra en el proceso de evaluar los mercados más apropiados en los que
podrían competir.
“También estamos trabajando en varios
proyectos del sector educativo, aspectos importantísimos como el posconflicto y
las ventajas que nuestra tecnología puede generar en este tipo de
circunstancias”, apuntó.
Fog indicó que los precios de
los contenedores varían dependiendo de las características del proyecto, los
acabados y el tamaño del espacio, Sin embargo, el valor por metro
cuadrado comienza en $750.000, mientras que arrendar uno podría costar
alrededor de $1.500.000 mensuales.
Uno de los atractivos de esta
empresa, según Fog, es la contribución que realiza con el cuidado del medio
ambiente, ya que los contenedores dejan de ser útiles luego de 14 años
y “en América Latina no hay plantas de reciclaje” para ese tipo desecho.
Pablo Fog sostuvo que esta situación
se agrava en países como Colombia, que tienen un “desequilibrio comercial”
entre importaciones y exportaciones que se refleja en la acumulación de
contenedores en los puertos.
Y agregó que en Sudamérica no
existían compañías que ofrecieran este tipo de “soluciones espaciales con un
alto grado de calidad y personalización, tanto en diseño arquitectónico, como
en acabados y soluciones de diseño industrial”.
“Es un negocio nuevo, no tiene más
de 15 años en el mundo y se ha convertido en una tendencia creciente a
nivel local y global. En el momento es un mercado en etapa temprana, con
innumerables posibilidades de aplicación, no solo en uso y sector, sino en
tamaño de proyecto”, finalizó.
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