La
tasa de cambio actual cercana a los 3.000 pesos es sinónimo de preocupación e
incluso de desespero para los importadores colombianos, pero es el mejor hecho
que le puede ocurrir al aparato productivo nacional, tanto industrial como
agrícola.
Esa
es la premisa fundamental con la que José
Antonio Ocampo, exministro de Hacienda y de
Agricultura de Colombia, exsecretario de la Cepal entre 1998 y 2003, candidato
a ser presidente del Banco Mundial y además actual jefe de la Misión Rural del
Gobierno Nacional, le presentó a EL COLOMBIANO cuando se sentó a dialogar sobre
la actual coyuntura económica, fundamentada en una divisa norteamericana con
niveles históricamente altos.
¿Cuál
es el impacto de la actual tasa de cambio para el desarrollo del país?
“Buenísima
noticia para la producción agropecuaria e industrial, es la mejor. Fui muy
crítico de la revaluación del peso frente al dólar por su capacidad destructiva
del aparato productivo nacional. Tengo que decir que el Gobierno y el Banco de
la República han tomado la mejor decisión de dejar que el dólar suba sin
intervenir la tasa de cambio. El balance no se percibe a corto plazo pero vemos
que es una oportunidad interesante para el país. Reitero que he sido muy
crítico con la revaluación del peso frente al dólar y veo con satisfacción que
esta devaluación del peso permita una mayor competitividad. Espero que sea la
oportunidad para reindustrializarnos y para reagriculturizarnos frente a lo que
se había cerrado o perdido, esto significa que aparezcan nuevas empresas, se
creen nuevos productos para venderle al mundo”.
¿Qué
oportunidades ve usted concretamente?
“Se
desprenden nuevas oportunidades para producir maíz, por ejemplo. Aquellos
productos que importamos a gran escala se vuelven oportunidad para producirlos
en el país. Incluyo la cadena de valor del maíz, en la producción de
concentrados para aves y en la cadena porcícola. Desde tiempo atrás dije que el
gran problema de Colombia era la tasa de cambio, esa barata que hizo cerrar
fábricas completas. Ahora con la actual tasa se tiene que pensar en abrir
fábricas, o en abrir nuevas áreas de producción que se vuelven competitivas.
Ahí hay una oportunidad para el país, por eso es interesante que la gente mire
con esa óptica”.
¿Además
del maíz qué otro producto importado se puede producir en Colombia?
“También
hay oportunidad de empezar a producir otros cereales como trigo y cebada que
están caros. En general es una oportunidad para nuevos productos de
exportación, se habla incluso de la oportunidad que tenemos de exportar cacao,
con mejores perspectivas que el mismo café, porque al igual que este, se puede
producir a pequeña escala pero tiene un ventaja mayor y es que su consumo
internacional va en aumento, mas no el del café. Esa es la gran diferencia.
También está la oportunidad de exportar frutas y hortalizas, como puede ser
aguacate y piña. Tenemos un atraso enorme a diferencia de países como Chile y
Perú, que ya son competitivos allí”.
Pero
los fertilizantes e insumos agrícolas están caros por el dólar. ¿Cómo compensar
esto en el país?
“Puede
ser antes una oportunidad de repensar la producción de insumos en Colombia,
quizá trasladarse a los fertilizantes orgánicos, los cuales se pueden producir
sin ningún problema. De hecho a nivel internacional están comprando los
productos con sellos verdes, orgánicos. Hay empresas en Colombia que tienen
alto potencial exportador en este nicho de mercado y creo que ahí existe una
gran ventaja”.
¿Cómo
hacer que el trabajo de la Misión Rural no se quede en un documento?
“Hay
que recordar que la esencia de todo es la paz para el país. Con acuerdo de paz
o sin él se va a implementar porque tenemos el respaldo del Gobierno. Somos un
grupo independiente. Me gustaría que se diera una revolución para el campo
colombiano y para eso estamos trabajando con una visión a 20 años”.
¿Esta
apuesta a 20 años que tiene la Misión Rural qué beneficios le va a traer en
términos de PIB al país?
“Curiosamente
esto no necesariamente se verá reflejado notoriamente en términos de PIB, es
más en términos de estándar de vida de las poblaciones porque mejora las
condiciones de vida, que al final contribuye al PIB. El sector agropecuario
colombiano ha crecido un 1,5 por ciento por año pero llegó a crecer al 4,5 por
ciento. Si uno lograra un crecimiento más rápido sin duda impactará
favorablemente el PIB del país porque se aumentan las exportaciones”.
Usted
habla de modelos productivos viables, como una especie de unidades productivas
que generarán inclusión social en el campo. ¿Cómo blindarlas de las
externalidades económicas?
“Precisamente,
esta semana vamos a discutir algunas propuestas relevantes frente a las normas
de comercio exterior que hay que ajustar cuando se presentan casos de
sobreproducción. Por ejemplo, en el caso de las enlechadas en el sector lácteo.
Se trata de definir lo que se puede hacer eficientemente cuando se presentan
excedentes. Es un tema importante”.
¿Qué
opina frente al precio del azúcar que subió un 43% en casi dos años?
“Nosotros
vamos a defender el sistema de franja de precios, tienen ya más de 20 años de
estar técnicamente operando, se pueden hacer unos ajustes. Ahora es más notorio
porque los precios internacionales han caído pero cuando estaban altos las
franjas reducían el arancel. A mi juicio, los industriales no pueden reclamar
con los precios del azúcar. Esto es un problema que se presenta en todos los
productos que están en franja de precios, es una regla de estabilización”.
A
propósito de la elección del nuevo gerente de Fedecafé. ¿Algún perfil ideal?
“Que
sea una persona con visión internacional, que sepa cómo insertar un sector que
está cambiando totalmente en Colombia, que va a depender más de la agricultura
familiar, de la pequeña producción, lo que era históricamente. La zona central
de Colombia ha encontrado también nuevas oportunidades y está revisándose allí
el futuro del cultivo, pero el aumento de producción en Huila, Cauca, Nariño,
tienen la particularidad que todos son pequeños productores, ahí es donde hay
que repensar el modelo cafetero”.
¿Y
cómo hacerlo?
“Diría
que lo primero es construir sobre grandes activos que ya tiene Colombia: uno de
largo plazo que nos ha llevado a posicionar el café colombiano como el mejor
del mundo, es una recomendación básica. Estoy en desacuerdo con la propuesta de
producir café robusta en Colombia, eso es el camino seguro a perder esa imagen.
Para mí la idea es construir sobre esa imagen internacional, con cafés de valor
agregado, especiales, orgánicos y complementados con sellos de comercio justo.
Con Brasil no vamos a competir en volumen, acá es menor la producción pero se
trata de buscar la manera de explotar el comercio justo. Por ahí es donde se
puede empezar a hacer la tarea. También se puede complementar con racionalizar
la estructura pesada del gremio”.
¿Cómo
se logrará la revolución del agro sin depender de los recursos públicos?
“Sí
se necesitarán recursos públicos pero también se necesitarán recurso privados,
aquí va a ver oportunidades porque el modelo que estamos proponiendo será
exitoso, además le brindará opciones a nuevas empresas agropecuarias, donde
intervienen ONG y entidades como las cajas de compensación”.
¿Se
requiere una reforma tributaria solo para el campo?
“Es
un tema complejo, creo que se requiere una reforma estructural pero no para el
campo sino para el país”.
¿En
esta estrategia rural qué tan importantes son los subsidios?
“Hemos
sido de la política de no tener subsidios por producto individual, pero sí debe
haber apoyo del Estado, entendidos estos como los apoyos para que les llegue el
crédito, para que la gente tenga tierra, para que tengan tecnología, para que
tengas vías, electrificación, acceso a las TIC, todo eso es apoyo, no lo
llamaría subsidios. Con lo que no estamos de acuerdo es con subsidios de
coyuntura porque no generan ningún efecto de largo plazo. Necesitamos apoyos de
largo plazo para los productores”.
¿Cuál
es el modelo exitoso para el campo del país?
“El
único modelo exitoso es cuando los pequeños productores (agricultura familiar)
adquieren capacidades de organizarse, de trabajar en equipo como cooperativas.
También cuando las ONG o el sector solidario de la economía se convierten en
catalizadores del proceso productivo agrícola. Sin embargo, hay que reconocer
que el gran déficit en Colombia es la asistencia técnica. Por eso buscamos que
haya más formación técnica que le llegue a los productores. En el caso del
café, por citar un ejemplo, es importante una política de cafés especiales, con
más asistencia técnica y comercialización de este tipo de producto con valor
agregado”.
Como
economista internacional destacado, ¿cuál es el análisis que hace de la
economía latinoamericana?
“La
Cepal lo dijo antes que el FMI, Suramérica está en problemas, más que
Centroamérica que presenta alguna desaceleración. México tiene algunos
problemas también pero no está en condiciones preocupantes. El gran problema
está Suramérica, donde hay casos de casos como la caída de Venezuela, que es la
más fuerte de la región. Igual sucede con Brasil y Argentina. Pero hay otros
que están relativamente mejor. Colombia está en este último grupo, pero desde
el comienzo del año había dicho que la economía colombiana crecería entorno al
2,8 por ciento, incluso ya el Banco de la República habla de un crecimiento
similar para el país”.
Usted
ha sido un crítico de la desindustrialización en Colombia..
“La
desindustrialización es un hecho, el tema es cómo nos reindustrializamos y creo
que la tasa de cambio permite que podamos fortalecernos allí”.
Pero
los industriales del país se quejan de la falta de mano de obra, especialmente
para algunos cargos del sector productivo y de mercadeo. ¿Qué se puede hacer?
“Sin
duda es una muy buena tarea para el Sena y para las mismas empresas.
Seguramente si se entrena suficientemente a la gente, se va a encontrar el
personal requerido, incluso para oficios concretos donde ya menos jóvenes
prefieren hacer como es el caso del calzado. Si se aplica una estrategia
adecuada con el Sena y las empresas, seguramente van a resultar zapateros”.
Este
tema de formación es también clave para el posconflicto...
“Yo
al posconflicto lo llamo de construcción de paz, donde el mundo rural juega un
papel fundamental para ese objetivo. Instituciones educativas, ONG y hasta las
cajas de compensación contribuyen con este esfuerzo. Deben ser promotores de
estas iniciativas en el campo, que deben acompañar con su oferta de servicios
los trabajos de alto impacto para las comunidades rurales colombianas” .
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