La vocación turística de Necoclí aún es muy incipiente, aunque
el esfuerzo de algunos habitantes y la promoción de autoridades locales y
departamentales, hacen cada vez más conocido a este municipio del Urabá
antioqueño.
En su zona urbana y cerca de ella, hay buena oferta hotelera y
de cabañas, con las playas y el mar como su atractivo principal.
Pero desde allí también se pueden emprender recorridos por zonas
silvestres, algunas casi de selva virgen, donde se pueden apreciar gran
variedad de animales y plantas.
En este campo es donde Felipe
Montoya encontró
su razón de vida, lo que lo convirtió en un referente para el turismo y
organizaciones científicas y ecologistas, y un apoyo para algunas comunidades
rurales.
Con él emprendimos un recorrido de tres días por igual número de
sitios, en el cual encontramos personas sencillas, que interrumpen en ocasiones
sus labores cotidianas como la agricultura y la pesca, para mostrar al
visitante sus riquezas.
Conocimos a William
Licona, un
antiguo cazador convertido hoy en guía y quien, con otros compañeros de La
Marimonda, aún pone trampas, pero para capturar a los animales en cámara.
A él y campesinos y pescadores de otras zonas, Felipe les ha
enseñado algunas de las técnicas de guianza, y ha buscado con ellos
capacitación para que presten un mejor servicio a los visitantes y compartan
sus conocimientos de los lugares que habitan.
Esta es apenas una muestra de lo que se puede vivir en este
municipio, ubicado en el extremo nororiental del golfo de Urabá, desde el cual,
en días claros, se contempla en toda su extensión este accidente geográfico,
hasta la frontera con Panamá.
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