La nueva normatividad que contempla el POT para construcción en
altura, prohibe hacer edificios de más de 20 pisos en Medellín. Así, por mínimo
25 años, El Coltejer seguirá siendo el más alto.
Ser
la ciudad de los rascacielos en Colombia, no trasnocha a Medellín. Tampoco, sus
planificadores urbanos consideran conveniente construir edificios de más de 50
pisos que, por ejemplo, en Bogotá ya se están levantando.
El
freno a la construcción en altura de la capital antioqueña estuvo motivado por
la regulación de la densidad en la ciudad. Bajo esta premisa, el Plan de
Ordenamiento Territorial (POT), aprobado en octubre pasado, incluyó normas,
para muchos radicales, que regulan el tema.
Hasta
hoy, el edificio más alto de Medellín sigue siendo, luego de 43 años de
construido, el Coltejer con 37 pisos, en el Centro de la ciudad. Le siguen en
altura otras estructuras, igualmente con uso de oficinas, como la torre del
Café (36 pisos) y la Cámara de Comercio, que en su sede principal tiene tanto
viviendas como espacios laborales.
La
nueva norma, que ha generado malestar en propietarios de tierra en sectores
altos de El Poblado, plantea la construcción de edificios con máximo ocho
pisos, cuando tradicionalmente se han levantado hasta de 32.
Aunque
algunas zonas bajas de ese mismo barrio del suroriente continúan teniendo
permiso para hacer estructura de hasta 20 pisos, para Eduardo Loaiza, gerente
de Camacol Antioquia, la regulación afectó a una parte de la industria de la
construcción pero insta a buscar nuevos campos de desarrollo urbanístico.
Según
el directivo, el nuevo modelo de crecimiento baja el “aprovechamiento” del
suelo no solo con los barrios populares, que es dónde más riesgo hay, sino que
en El Poblado quedó afectada la zona cercana a la transversal Superior donde
solo se puede construir a máximo ocho pisos de altura, a frente y frente.
“Ahora
puede pasar que los dueños de tierra que esperaban que se les valorizara no lo
van a tener porque los proyectos, o no van a ser viables o serán costosos”,
apuntó.
Loaiza
aseveró que, si bien actualmente se construyen en las periferias de El Poblado
algunos edificios con alturas superiores a 20 pisos, cobijados por el POT del
año 2006 —que lo permitía— hoy los empresarios con proyectos de ese tipo sobre
planos tienen que acogerse a la norma, y hacer la mitad o el 30 por ciento
menos de unidades.
“La
tierra queda valiendo el doble por unidad de vivienda, y eso es viable en
estratos seis, si es que están dispuestos a pagar los costos altos”, acotó, en
tanto dijo que el modelo de crecimiento de Medellín que aprobó el Concejo con
el POT de 2015, estipula que la gran dinámica de ciudad esté en las zonas planas,
al rededor del río y en zonas cercanas al metro.
Si
no es POT es el Olaya
Otro
obstáculo que tiene Medellín para construir rascacielos es la ubicación del
aeropuerto Enrique Olaya Herrera en plena ciudad.
Esta
situación presenta un nuevo elemento que los constructores deben tener en
cuenta a la hora de solicitar licencias: el cono de aproximación al aeropuerto
Olaya Herrera, en el Suroccidente.
Paradójicamente,
esa restricción con la que se busca evitar que aeronaves que pretenden
aterrizar en ese terminal aéreo sufran incidentes, aplica para las
centralidades de la ciudad o bordes de río Medellín, donde no hay límite para
construir en altura.
En
la zona industrial de Belén la nueva regulación abrió posibilidades de levantar
edificios sin tanta restricción, pues el gremio constructor argumentó un efecto
de “apantallamiento” que da el Cerro Nutibara, al superar la altura de las
estructuras y permitir que estén a ese nivel.
No
obstante, en zonas como Guayabal o Manila, en El Poblado, en nuevo POT abrió la
posibilidad de construir viviendas en altura pero el cono de aproximación las
cobija.
“Allí,
no se podía construir más de cinco pisos. Hoy se puede pensar en edificios de
10 y 12 niveles. Lo mejor es que como en barrio Colombia, es una zona no se ha
desarrollado”, anotó Loaiza.
El modelo Medellín
Los
planificadores de la expansión urbanística de Medellín tomaron dos modelos de
construcción en el mundo para pensar en la ciudad: el de Estados Unidos, que
consiste en una plataforma y sobre esta se levantan las torres y el de
Barcelona, que establece un volumen de la manzana completo y parejo.
“Ambos
son sostenibles, habitables, dijo Juan Manuel Patiño, subdirector de Planeación
de Medellín, quien consideró que en esas zonas cercanas al río, donde no hay
restricción para la construcción, la regulación se hace con topes de altura, de
acuerdo con fórmulas que miden el índice de construcción.
“Aplicamos
un índice al suelo con el que se estipula los metros cuadrados que definen una
altura. También se regula la cantidad de viviendas por hectáreas”, acotó.
Aunque
el modelo de Medellín establece que las densidades más altas están sobre el río
y las más bajas en la ladera, a eso le mezclan como norma que en la zona donde
es posible hacer más altura hay una regulación por índices (densidad) y en los
bordes los regulan por altura.
De
acuerdo con esos topes el promedio de las edificaciones que se pueden levantar
en los bordes del río (dónde no hay restricción), es lo que hay en zonas como
Suramericana, es decir, aproximadamente 15 pisos, en algunos casos hasta 20.
“La
idea es que no seamos una ciudad tan vertical, porque es complejo de mantener
sobre todo cuando vamos a hacer viviendas en edificaciones tan delgadas”,
apuntó.
Rascacielos no es progreso
La
creencia de que los rascacielos son inherentes a las ciudades del primer mundo,
es desvirtuado por expertos urbanistas. Si bien, Jorge Enrique Agudelo,
investigador de la Lona Propiedad Raíz, explicó que las construcciones en
altura buscan aprovechar al máximo el poco espacio que hay para construir en
Medellín, aclaró que no siempre las grandes construcciones mejoran la calidad
de vida de una ciudad.
Agregó
que la normatividad de Medellín y la densidad en algunas zonas, no permite la
construcción de rascacielos. Sin embargo, añadió, ese tipo de edificios no son
tan buenos y adecuados para la ciudad.
“Y
no son buenos, particularmente por que la capacidad del suelo no permite que
existan, y no quiere decir que el edificio se vaya a caer, sino que son un poco
de edificios que dificultarán que tengamos acceso a vías públicas para la
cantidad de personas que vivirán ahí”, puntualizó.
En
esa dirección, el director de Planeación de Medellín, Jorge Pérez Jaramillo,
aclaró que en la ciudad se requiere una mejor gestión de la autoridad y el
control de usos del suelo que alteran la convivencia ciudadana”.
Para
Federico Estrada, gerente de La Lonja de Propiedad Raiz de Medellín, el
crecimiento vertical no se debe mirar como algo nocivo para una urbe, sino como
la posibilidad de tener ciudades más compactas: “es más inteligente el desarrollo
no horizontal. Es generar ciudades compactas manteniendo el equilibrio en
cuanto a generación de espacios físicos e infraestructura vial”, explicó.
Siendo
así, los expertos consideran que, muy difícilmente, no en menos de 20 años, en
Medellín se verá un edificio de más de 37 pisos, es decir, que supere al
Coltejer.
Con
esto, se ratifica que urbanísticamente, Medellín se acerca a un modelo europeo
de construcción horizontal y descartas el anhelo de algunos por ver rascacielos
en la capital antioqueña.
http://www.elcolombiano.com/antioquia/obras/en-medellin-se-derrumbo-la-posibilidad-de-rascacielos-JF3160902
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