La llegada de casi 30.000 reclutas extranjeros a Siria e Irak en
el último año, la mayoría para unirse al Estado Islámico, es la evidencia
contundente de que los esfuerzos de la coalición internacional para reforzar
las fronteras, bombardear puntos clave, compartir inteligencia y hacer cumplir
las leyes antiterroristas no logran aún disminuir las filas de los combatientes
yihadistas.
Los
análisis indican que, por el contrario, los voluntarios extranjeros se han
duplicado en el último año y que, por lo tanto, la fuente potencial de ataques
terroristas en Europa también. Las razones: el mayor número de militantes
extranjeros que han ido a combatir y a entrenarse a Siria son europeos y es en
el viejo continente donde hay redes yihadistas más desarrolladas.
Francia
ha suministrado más combatientes en el conflicto sirio que cualquier otro país
occidental. En septiembre, el primer ministro Manuel Valls dijo que 1.800
ciudadanos franceses han participado en las redes yihadistas en todo el mundo,
quienes en su mayoría fueron atraídos a la guerra siria. Nueve meses antes, el
ministro de Interior, Bernard Cazeneuve, estimó que 185 militantes habían
regresado a Francia.
Alemania
no se queda atrás. Los servicios de seguridad reportan que 720 alemanes se han
dirigido a Siria, y calculan que 100 han sido asesinados allí, mientras que
otros 180 han regresado a Alemania.
El
año pasado, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Bélgica reveló que hasta 350
de sus ciudadanos se habían ido para combatir en Siria, y funcionarios
británicos afirman que hasta 700 locales han ido a ese país.
Pero,
¿cuál es el perfil de los occidentales que han sido motivados a unirse al
Estado Islámico y a otros grupos militantes en Siria? ¿Qué los anima a dejar el
estilo de vida europeo para unirse a las filas yihadistas?
La
respuesta es una mezcolanza de motivaciones que el Estado Islámico ha logrado
impulsar en el marco de su estrategia de reclutamiento: desde oposición al
dictador sirio Bashar Al Assad, invocaciones religiosas como beneficio
espiritual de participar en la yihad, la ira y alienación de la sociedad
occidental hasta el factor “emocionante” de participar en una guerra.
Vicente
Torrijos, internacionalista de la Universidad del Rosario, explica que
organizaciones yihadistas como el Estado Islámico apuntan hoy a tres tipos de
perfiles.
El
primero, descendientes de inmigrantes que se han asentado en cinturones
periféricos de las grandes capitales europeas y en los que se registra un
conflicto de identidad: ancestros y religión versus modernización occidental de
la que se sienten excluidos.
Segundo,
continúa el académico, musulmanes inmigrantes frustrados en medio de una
sociedad de ascendencia judeo-cristiana liberal y burguesa que ellos no logran
reconciliar con el Islam puesto que en su imaginario el infiel debe ser
castigado. Y, en tercer lugar, jóvenes occidentales (franceses, belgas,
británicos, españoles) que se sienten atraídos por un discurso místico y
grandilocuente.
“En
medio de su nihilismo, este discurso aparece como un factor de redención y
fortalecimiento de la autoestima política. Autoestima sensiblemente menoscabada
por el discurso (escolar) de la victimización, o sea, de la crueldad y
expoliación a la que la metrópoli (París, por ejemplo) sometió a sus colonias
(musulmanas)”.
New
America, un centro de pensamiento con sedes en Washington y Nueva York intenta
responder a esas preguntas en su último informe. Para ello recopiló información
de 475 personas de 25 países occidentales que se han unido al Estado Islámico y
a otros grupos yihadistas suníes en Siria o Irak.
Los
hallazgos muestran un nuevo perfil demográfico de combatientes occidentales. En
ellos hay un número sin precedentes de mujeres jóvenes (uno de cada siete
militantes es mujer), con una edad promedio de 24 años, todas muy activas en
los círculos virtuales. Una situación muy diferente a a la de los militantes
occidentales que lucharon en Afganistán en la década de 1980 o en Bosnia en la
década de 1990.
El
estudio también halló que un tercio de los combatientes occidentales tienen una
conexión familiar a la yihad, ya sea a través de familiares que actualmente
luchan en Siria o Irak o el matrimonio.
Desde
el punto de vista sicológico, Dylan Herrera, asesor de la Agencia Colombiana
para la Reintegración, ACR, asegura que la oferta del Estado Islámico
trasciende las comodidades y la calidad de vida que los reclutas pueden tener
en su país de origen. “Se trata de personas que sienten que no encajan. No se
van por falta de dinero. Se van atraídos por el reconocimiento, los roles que
les ofrece el EI y la idea de fuerza sobre debilidad y el entorno protector.
Son perfiles bajos, que reciben poca atención, y que cuando se les da poder
suelen excederse en comportamientos”.
Hasan
Turk, internacionalista turco, asegura que en los militantes del EI “también
hay jóvenes desesperados por su situación económica, por el rechazo social que
han recibido” y que son más aventureros que religiosos.
La meta es llegar a Turquía
La
ruta más popular hacia Siria es a través de Turquía. Hasan Turk, el académico
turco, explicó a EL COLOMBIANO desde Gaziantep, provincia turca ubicada en la
frontera con Siria, que hace un par de meses cruzar de un país a otro era
“demasiado fácil”.
“La
frontera era muy flexible. Muy similar a lo que sucedía entre Colombia y
Venezuela en términos comerciales. Turquía había facilitado el paso a los
opositores del líder sirio Bashar Al Assad mucho antes de que el Estado
Islámico tomara estas dimensiones. Gaziantep es una ciudad cercana a Aleppo, en
Siria, y durante mucho tiempo pasaron cientos de refugiados y radicales que se
camuflaron y atacaron Ankara. Además, el ejercito turco bajó la guardia por concentrar
sus esfuerzos en perseguir a la guerrilla kurda, lo que facilitó el paso de
mucho reclutas y milicianos del EI de un país a otro. Hoy el paso está más
difícil debido a las presiones de la Unión Europea pero ¿quién puede negarle el
paso a Siria a una persona sin antecedentes que demuestre que tiene familia o
amigos en Damasco?”, asegura Turk, quien ha cruzado sólo con un documento que
acredita su ciudadanía turca.
Reclutamiento
“brillante”
Hasta
2012, el 80 por ciento de los casos de reclutamiento de los grupos yihadistas
tenía lugar en prisiones y lugares de culto; pero a partir de 2012 el 80 por
ciento se hace a través de internet y las redes sociales.
Nadie
olvida al militante “Yihadi John”, quien horrorizó al mundo con sus brutales
decapitaciones de rehenes. La razón de ello fue la sofisticada producción de
los videos de las carnicerías que él y otros militantes cometieron frente a las
cámaras y su uso del idioma universal en sus amenazas. Partidarios de los
extremistas descargan los videos en sus portales y los distribuyen a través de
aplicaciones de teléfonos y otros aparatos, algo que no se podía hacer diez
años atrás.
Luego
están las redes sociales. Según información relevada por el Departamento de
Estado de E.U., hoy se publica primero información general sobre el Estado
Islámico y cuando alguien muestra interés se le deriva a blogs más
especializados, para luego terminar en un grupo de WhatsApp cerrado, que es la
fase previa para contactar a un facilitador que consumará el paso a la frontera.
Estudios
revelaron esta semana que el Estado Islámico hizo del servicio de mensajería
instantánea Telegram su portavoz mediático, frente a los esfuerzos cada vez más
intensos para bloquear al grupo en Twitter y otras redes sociales. El grupo
yihadista tiene ahora entre 30 y 40 canales de Telegram operando como una
especie de servicio de prensa.
A
través de las redes sociales, los jóvenes yihadistas europeos, armados con
Kalashnikov, se mandan selfies en las que aparecen sonrientes en lujosas
mansiones confiscadas por el EI. Los yihadistas usan en Twitter acrónimos
usados por jóvenes como LOL, BFF y YOLO para acercarse a ellos y con el Hashtag
#Mujatweets muestran su día a día en Siria.
http://www.elcolombiano.com/internacional/isis-seduce-jovenes-del-mundo-DF3160984
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