Sector industrial
Foto: Lucevín Gómez
Tiempo seco ayudó a apurar trabajos. Los
constructores dispusieron planes de contingencia.
Mientras la sequía del 2015 y comienzos del 2016 –por efecto del
fenómeno del Niño– afectó severamente a sectores como el agropecuario, dejó sin
agua a regiones y puso a Colombia al borde de un racionamiento eléctrico, por
el contrario, benefició al sector de infraestructura en materia de
construcción.
Porque la falta de lluvias en ese periodo –del 65 por ciento, según el
Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam)– permitió
que las obras de modernización vial, aeroportuaria, férrea y portuaria
avanzaran sin mayores contratiempos en el país. Incluso, en unos casos, más
rápido de lo proyectado.
De ahí que las primeras alertas lanzadas por el Ideam sobre la
probabilidad de que luego de octubre llueva por encima de los registros
históricos, no sorprendieron a los contratistas.
Muchos de ellos tienen trabajos bien avanzados. Además, por norma y
previsión han dispuesto los planes de contingencia y obras para enfrentar la
fuerte temporada de precipitaciones que se esperan, manifestaron contratistas
consultados.
Construcción y limpieza de canales, drenajes para desaguar, coberturas
con membrana u otro material en terrenos abiertos donde aún ejecutan obras son
algunas de las acciones adelantadas o previstas. Y si hay retrasos en los
trabajos por las lluvias, directores de obras prevén después aumentar los
turnos y jornadas de trabajo en las noches, fines de semana y días festivos
para recuperar el tiempo y cumplir con los plazos de entrega.
De acuerdo con Andrés Figueredo, vicepresidente de Gestión Contractual
de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), ahora la mayoría de
concesiones ha empezado con actividades de rehabilitación y mantenimientos que
son manejables y no dependientes del clima.
“El año pasado no llovió y eso permitió el buen ritmo de las obras”,
dijo a su vez José Luis Echeverry, gerente de operación de Concesión Sabana de
Occidente, que hace la ampliación de la doble calzada Bogotá-Villeta y
mantenimiento de la vía existente. Agregó que “se han tomado todas las
previsiones para terminar el proyecto y cumplir con la entrega de la doble
calzada este año”.
Costo de reconstrucción
Algunas obras que se hicieron y otras que aún se desarrollan en vías y
líneas férreas corresponden a reconstrucciones de corredores, puentes, bancas,
talud y muros que fueron destruidos por la dura ola invernal del 2010-2011.
El jefe sectorial de transporte del Fondo de Adaptación, Orlando
Santiago Cely, informó que de los 400 puntos verificados como críticos, se
atendieron 390 en 22 departamentos durante los últimos cuatro años. De este
total, en 315 sitios las obras de reparación ya terminaron. Los 75 faltantes
finalizarán, en su mayoría, este año. “Solo intervenciones de gran tamaño
concluirán entre 2017 y 2018, como el puente Yatí, en Magangué (Bolívar)”,
expresó.
El fondo, hasta el momento, en las obras de reconstrucción ha invertido
1,76 billones de pesos.
Entre estas reparaciones se hallan la carretera de Manizales a
Mariquita, la vía Cúcuta-Pamplona y el corredor Bogotá-Villeta, que tuvo más de
27 puntos críticos, especialmente adelante de La Vega, por taludes inestables,
caída de materiales de la montaña a la vía, pérdida de banca, deslizamientos y
hundimientos de calzada. Aquí se han intervenido 11 de los 27 sitios críticos.
“Los 16 faltantes están monitoreados en forma permanente y se tienen las
medidas preventivas para retirar material o cerrar el tráfico, cuando se
necesite”, dijo Echeverry.
En concepto de Santiago Cely, “cada vez estamos más preparados, más
resilientes (capacidad de resistir) con todas las carreteras que se están
haciendo, para enfrentar el cambio climático”.
Qué están haciendo
En la vía Cúcuta-Pamplona, la concesionaria San Simón ha dispuesto
maquinaria y un equipo operativo de reacción rápida para atender cualquier
emergencia, afirmó su gerente, Carlos Villamizar, Alfredo Muñoz, representante
legal del consorcio de Los Andes, que construye el aeropuerto de Ibagué,
comentó que las obras de urbanismo están en un 60 por ciento. “Estamos
aplicando asfalto rápido. El terminal y el cuartel están en la etapa de
instalación de cubierta, por lo que las lluvias no afectan”.
No sucedería lo mismo con la torre de control que está armada. “Como es
metálica, si llueve no se le podrán hacer soldaduras ni pinturas porque está al
aire libre”.
En el aeropuerto de Bucaramanga, que se levanta sobre la cima de la
montaña, el concesionario Santander está haciendo, entre otras obras,
ampliaciones de las zonas de seguridad, a los costados de las pistas.
Previamente, allí se han hecho canales temporales para mitigar las lluvias y
que sus aguas no saturen los terrenos.
En la Ruta Caribe faltan por construir 8 de los 30 kilómetros de la
segunda calzada que tiene la variante Gambote-Mamonal. “Estamos en el proceso
de limpieza y de obras hidráulicas para que el agua fluya por su cauce normal”,
indicó Hugo Kerguelen, gerente general de Autopistas del Sol, concesionaria del
proyecto.
En la construcción del nuevo puente Pumarejo, en Barranquilla, las obras
de pilotaje en el agua no han sido fáciles. José Miguel Novillo, representante
legal del Consorcio SES Puente Magdalena, ejecutor del proyecto adjudicado por
el Instituto Nacional de Vías (Invías), comentó que por el nivel extremadamente
bajo del río Magdalena las barcazas, grúas y otros elementos en plataforma
requeridos para las obras han encallado varias veces. No obstante, los trabajos
avanzan según lo programado.
En Santa Marta, donde se levanta un nuevo aeropuerto sobre el derrumbe
del existente, las excavaciones para el parqueadero subterráneo terminaron. “Se
hicieron precisamente en periodo seco para avanzar. Ahora se tienen dos
jornadas de trabajo. Si llegan a presentarse lluvias continuas o tormentas
eléctricas, se programará una tercera jornada para no atrasarnos en la
programación”, dijo Jorge López, director de construcciones del concesionario
Aeropuertos de Oriente.
En cuanto a las autopistas de cuarta generación, Figueredo explicó que
estas nuevas concesiones se diseñaron para enfrentar los embates del clima y
cuentan con pólizas para que garanticen la movilidad y atención de
contingencias.
El invierno arreciaría después de octubre
En la primera temporada invernal que comenzó este mes de abril, las
lluvias estarán por debajo de lo registrado tradicionalmente para esta época
del año.
En cambio, después de octubre y noviembre debemos prepararnos para
precipitaciones que podrán estar por encima de los registros normales
históricos, según informó el director del Instituto de Hidrología, Meteorología
y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam), Ómar Franco Torres.
El fenómeno del Niño, dijo, ha comenzado su fase de debilitamiento y se
estima que durante mayo se registre su final, de acuerdo con el Indicador
Oceánico Niño (ONI). Junio se ha previsto como un tiempo de condiciones
neutrales.
Al mismo tiempo, Franco manifestó que ante el incremento de la
probabilidad de un enfriamiento en la temperatura del océano Pacífico, ha aumentado
también la posibilidad de que se presente el fenómeno de la Niña hacia el
último trimestre del presente año, según los más recientes informes de las
agencias internacionales del clima.
“No es imprevisión del Ideam. Así lo señalan las agencias internacionales,
que indican la probabilidad de ocurrencia del fenómeno de la Niña de un 70 por
ciento”.
Sin embargo, agregó, habrá que esperar a junio para tomar medidas,
debido a que en esta época del año todavía los modelos muestran una “alta
incertidumbre” sobre su predicción.
“Si bien existe incertidumbre sobre la consolidación del fenómeno de la
Niña, solamente el enfriamiento de las aguas del océano Pacífico haría que las
lluvias de octubre y noviembre estén por encima de los promedios históricos”,
expresó Franco.
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