El caballo de Troya es un artilugio con forma
de enorme caballo de madera que se menciona en la historia de la Guerra de
Troya y es usado por los griegos como una estrategia para introducirse en la
ciudad fortificada de Troya.
Tomado por los troyanos como un signo de su
victoria, el caballo fue llevado dentro de las murallas, sin saber que en su
interior se ocultaban varios soldados enemigos. Durante la noche, los guerreros
salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la
ciudad para permitir la entrada del ejército griego, lo que provocó la caída
definitiva de Troya.
La fuente más antigua que menciona el caballo
de Troya, aunque de manera breve, es la Odisea de Homero. Posteriormente otros
autores ofrecieron relatos más amplios del mito, entre los que destaca la
narración que recoge la Eneida de Virgilio. Por lo general, el caballo de Troya
es considerado una creación mítica, pero también se ha debatido si realmente
pudiera haber existido y fuera una máquina de guerra transfigurada por la
fantasía de los cronistas.
De cualquier manera, demostró ser un fértil
motivo tanto literario como artístico, y desde la Antigüedad ha sido
reproducido en innumerables poemas, novelas, pinturas, esculturas, monumentos,
películas y otros medios, incluidos dibujos animados y juguetes. Asimismo, en
épocas recientes, se han hecho varias reconstrucciones hipotéticas del caballo.
Aunado a ello, ha dado origen a dos expresiones idiomáticas: «caballo de
Troya»; es decir, un engaño destructivo, y «presente griego»; algo concebido
como aparentemente agradable pero que trae consigo graves consecuencias.
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